Cronicas de un expedicionario en la Patagonia

Un día en Bahía Wulaia

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A la noche nos acercamos y fondeamos cerca de un conjunto de islas, protegidos del viento y de la marejada que a estas horas aún se hacía presente. Llovía fuerte y la visibilidad afuera de nuestro barco era mínima. Habíamos zarpado de Ushuaia, ciudad más austral de Argentina, rumo a nuestro destino, la Bahía Wulaia, importante sitio en nuestra ruta de navegación, en el cual haríamos el desembarco con los pasajeros la mañana siguiente.

Eran las 07:00h de la mañana y los primeros pasajeros ya empezaban a circular por los pasillos de nuestra nave. Algunos se acercaban con sus cameras, intentando sacar algún registro de esta linda mañana y ya era posible sentir la energía del lugar. La expectativa de algunos pasajeros era notable con el movimiento de los que venían preguntar y acomodarse en los salones para organizar el desembarco. Realmente siento que a cada vez que volvemos a este lugar, disfruto más y más. Esta vez me tocaría guiar un grupo de angloparlantes por la costa y tengo mis mejores intenciones de mostrar un poco de lo que aprendí sobre todo lo que vamos encontrar.

Al iniciar la caminata, nos adentramos en el bosque y todos se maravillaron con la expresión de flora que fuimos encontrando. Es notable cuando los pasajeros disfrutan con el guía, creando una sintonía genuina y sincera, haciendo con que el momento pase sin mucha dificultad. Después de cruzar rápidamente el pequeño puente al inicio del bosque, volvimos para seguir la caminata por la costa. Había bastante neblina en este momento y el frescor del aire me remetió a una época remota y, por algunos pocos minutos, me pasaron algunos recuerdos intensos en la mente. Miré a una pasajera en frente mío y era como si estuviera pasando lo mismo con ella, una mirada distante pero profunda, llena de sentimiento.

Llegamos en frente al Centro Informativo y de aquí seguimos por el sendero demarcado hasta subir un pequeño cerro, donde encontramos una placa histórica indicando el nombre del Capitán Robert Fitz Roy y los 3 famoso indígenas que lograron volver a su tierra después de algunos años viviendo en la Inglaterra del siglo XIX. “Este se llamaba York Minster, como la iglesia en mi país”, me llamó la atención un señor inglés. Y aquí una vez más nos detuvimos hablando sobre la historia de este extraordinario lugar. Algunos me preguntaron donde estaban ahora los indígenas que vivían acá y, con alguna desilusión, si dieron cuenta que no más existían y que somos nosotros ahora que contamos su historia. De este punto podemos admirar también el Monte King Scott, referencia para cualquier navegante y explorador de estas aguas.

Bajamos el otro lado del pequeño cerro y tuvimos la oportunidad de caminar un poco por la costa, observando varios conchales y vegetación marina que a esta hora, debido a la baja marea, se encontraban a nuestro alcance. Seguimos por el sendero, entrando en un bosque abundante, hasta llegar a un señalizador de navegación, en una punta donde pudimos apreciar la Bahía Wulaia de otro punto de vista. Me encantó conocer este lugar, pues era la primera vez que llevaba pasajeros allá y, aprovechando esta buena sintonía, pudimos hablar más de los indígenas más australes del mundo que vivieron allí, sus hábitos y las condiciones en que vivían. Aquí, en este lindo rincón, nos despedimos y empezamos a volver tranquilamente, mientras el sol salía tímidamente en frente de nosotros. Una vez más, agradezco la oportunidad de estar acá y de poder compartir momentos como estos.

Bahía Wulaia, 10/02/2015 .:. Isla Navarino, Chile

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