“Junio 2. Desde el 25 de Mayo, sólo en un día hemos tenido calma, que fue el 31; muy lindo, brilló el sol todo el esplendor de que es capaz en este tiempo y en estas regiones, y se redujo a describir un pequeño círculo al norte; es un sol sin calor, que solo sirve de ornamento a la bóveda celeste y a este helado desierto, y que nos mira sonriente, llena su cara de ironía; lo mejor que nos da es el recuerdo que ese mismo sol, allá en el norte, da la vida; que al mediodía, a su calor crecen los árboles, reverdecen las praderas y la naturaleza entera despierta saludada con el gorjeo de las aves que pueblan el aire, y mientras nosotros mentalmente vemos todo eso, volvemos a la realidad encontrándonos en ese continuo e interminable blanco-negro de los basaltos y de las nieves”
José Maria Sobral, Dos años entre los hielos 1901-1903 (Pág 151)
Es con esa introducción, tramo retirado del libro José Maria Sobral, Dos años entre los hielos 1901-1903, que inicio la materia de hoy, dedicada a ese curioso personaje de la exploración antártica. Argentino natural de Buenos Aires, este joven explorador acompañó, a lo largo de los primeros años del siglo XX, a la expedición sueca al continente antártico, liderada por Otto Nordenskjold y acompañada por distinguidos personajes de su misma origen sueca. Una historia increíble de las aventuras de este hombre que, sin experiencia alguna en el tema, decide dar lo mejor de sí al representar su país en esa exploración que quedará famosa como una de las más duras y exigente de que se tiene noticias, al mismo tiempo que nos brindó con un precioso conocimiento geológico y geográfico, además de ser una lección de sobrevivencia en esta región tan extrema del planeta.
“Fue José Maria Sobral el primer argentino que invernó en el continente antártico, el primer geólogo argentino con título universitario y uno de los mejores petrólogos de su tiempo, quien realizó algunos de los primeros estudios petrográficos de rocas argentinas. Fue distinguido con la orden sueca “De las Espadas” y la orden “De la Estrella del Norte”, y recibió la Medalla Livingston. Fue la suya una larga vida, de éxitos y tristezas, pero su máximo transcendencia estará por siempre vinculada a la expedición de Otoo Nordenskold. […]”José Maria Sobral, Dos años entre los hielos 1901-1903 (Introducción)
Con palabras simples y humildes, además de descripciones muchas veces detalladas y personales, el escritor nos describe, día tras día, temporada tras temporada, su rutina en compañía de los suecos que hacían parte de la expedición, desde su trabajo, mediciones y compromisos, pero también las aventuras por la región al descubrir nuevos lugares donde encontrar comida, observaciones de como avanzaba o se derretía el hielo alrededor de sus instalaciones y las intensas nevascas y bajas temperaturas a las cuales se vieron confinados. Eso siempre con la intensidad y madurez correspondientes a una persona atenta y dedicada a su trabajo.
Ya al inicio del libro comenzamos con la divertida descripción de los momentos previos al zarpe del Antarctic, con la comisión científica sueca a bordo juntamente con el líder Otto Nordenskold. El joven José Maria Sobral, apresurado por embarcar, tendrá que buscar todo el equipo de frío, ropas técnicas y materiales para sus estudios y observaciones en el continente, tan solamente algunos días antes de embarcar. Y todo eso en pleno verano de Buenos Aires. Ya se imaginaba él las bajas temperaturas a que se iban encontrar meses después pero no esperaba la sobrevivencia limitada a la cual estaría confinado por dos inviernos en las bases heladas y desérticas de la Antártida.
“Aunque a muchos no les parezca, nuestros futuros intereses en los mares del sur están en juego; de los pasos que demos estos años, dependerán nuestros derechos en los venideros; todo lo que está al este del meridiano 70 es nuestra natural herencia y no debemos abandonarla; exploremos al sur, que todavía no sabemos todas las riquezas que nos puede dar; no es una obra fácil, se corren en ella muchos peligros y se pasan muchas fatigas y privaciones, pero ellas no significan nada al ledo del beneficio que reportan. Los grandes hechos deben servir de estimulo al que los ejecuta para intentar cosas mayores. El hombre nunca debe contentarse con la victoria adquirida; el éxito no solo no debe ofuscarle sino que debe darle nuevo aliento para atacar lo más difícil, porque precisamente en eso se encuentra el placer de la vida. La lucha es algo necesario al existir; el que no lucha no puede experimentar el placer de la victoria, del mismo modo el que no sufre no puede experimentar el placer de dejar de sufrir. Extenso campo para los actos más grandes, para desarrollar el máximum de las energías físicas y morales, para sufrir las más fuertes emociones nos ofrece el país del hielo.”
Es increíble ler los relatos de este joven expedicionario en el confín del mundo, aislado por vientos absurdamente helados de 30 grados bajo cero, sometido a condiciones físicas y psicológicas extremas, donde muchos perdieron sus vidas intentando el imposible. Sobrevivir, en esta región del planeta, es algo difícil. Y así pasó dos años la expedición sueca de Nordenskjold. Cuando llegó el invierno y las condiciones se volvieron aún más duras, se nota en las palabras del escritor las dificultades y el sacrifico para mantenerse atento, quizás como una forma de juntar fuerzas y lograr vivir el otro día más atrapados en los hielos. Las descripciones precisas que nos brinda el Sr. Sobral son simplemente increíble y me emociono al ler ese libro, seguramente uno de los más emocionantes que leí en mi vida. Extremamente recomendado para aquellos que deseen conocer un poco más acerca del continente helado antártico!
Ushuaia, 25/12/2015 .:. Exploraciones antárticas